El pasado 25 de octubre, se presentó en el Teatro Larco, la obra "Requiem para 7 plagas" del dramaturgo peruano Gregor Díaz.
A manera de crítica periodistica ocasionada por ser un trabajo universitario, se exponen los pensamientos, o debo decir sentimientos que circundaron todo mi ser cuando deleite esta magnifica obra, se las recomiendo.
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“El submundo, el mundo, mi mundo, el que yo inventé sin querer”
Soy una polilla que no puede traspasar el féretro de siete plagas, intente percibir los olores impregnables entre las risas y los llantos de su madre, mas sino encontré tijerazas y campanas cual bofetadas me dejaban con la boca abierta dándole paso a la mosca de la duda.
Navegar bajo el submundo hizo restregar de mi baúl las más temidas verdades, errores, grandes vacíos como cuando mis dedos se quedan en la barra espaciadora pensando en lo que quiero decir, en lo que siento, en lo que está sintiendo la mujer, en la inmundicia de vivir no sin propiedades, sino sin sentimientos, sin razón de ser, sin necesidad de transmitir, de servir… Se observó nula, sin ADN, dando paso a una ojerosa canción…la confusión, esa de no saber por un momento porqué se está parado en una esquina, en una misa, en un aula de clases sin gente, en el teatro viendo a ocho juglares exóticos reírse entre ellos, tal vez riéndose de mi, del mundo que se me iba creando mientras veía cuerpos saltar, llorar, reír…
Prestar atención no fue un pedido, fue una respuesta a los estímulos musicales que armonizaron las secuencias, tejiendo hileras que conectaban escenas, permitiendo la creación de algo que se iba haciendo interesante, es más, que contenía de gran lucidez. Ya no importaba si te burlabas de Ganzúa, de Baratija, de Puñalada, “te estabas riendo de ti mismo, de las tremendas acciones que puedes realizar y preocúpate, puesto que fueron conscientes”.
Todo eso y más podemos interpretar de manera jubilosa mientras disfrutas de unas escenas asombrosas, llenas de luz, de drama, de comedia, envolviéndote así para que te diviertas… para que te diviertas riéndote de ti, para que te preocupe tu existencia, para aprender a decir: fallé, para crecer, para usar las experiencias de un alma condenada, de alguien que nació enfermo, pero que entre muchos estaba muy sano.
Y fue que así invente un mundo creado gracias al submundo humano, a mi mundo, al mundo de siete plagas que contaminaron mi ser desde que termino el ultimo aplauso y que perdurará hasta la caída de un cajón.
Navegar bajo el submundo hizo restregar de mi baúl las más temidas verdades, errores, grandes vacíos como cuando mis dedos se quedan en la barra espaciadora pensando en lo que quiero decir, en lo que siento, en lo que está sintiendo la mujer, en la inmundicia de vivir no sin propiedades, sino sin sentimientos, sin razón de ser, sin necesidad de transmitir, de servir… Se observó nula, sin ADN, dando paso a una ojerosa canción…la confusión, esa de no saber por un momento porqué se está parado en una esquina, en una misa, en un aula de clases sin gente, en el teatro viendo a ocho juglares exóticos reírse entre ellos, tal vez riéndose de mi, del mundo que se me iba creando mientras veía cuerpos saltar, llorar, reír…
Prestar atención no fue un pedido, fue una respuesta a los estímulos musicales que armonizaron las secuencias, tejiendo hileras que conectaban escenas, permitiendo la creación de algo que se iba haciendo interesante, es más, que contenía de gran lucidez. Ya no importaba si te burlabas de Ganzúa, de Baratija, de Puñalada, “te estabas riendo de ti mismo, de las tremendas acciones que puedes realizar y preocúpate, puesto que fueron conscientes”.
Todo eso y más podemos interpretar de manera jubilosa mientras disfrutas de unas escenas asombrosas, llenas de luz, de drama, de comedia, envolviéndote así para que te diviertas… para que te diviertas riéndote de ti, para que te preocupe tu existencia, para aprender a decir: fallé, para crecer, para usar las experiencias de un alma condenada, de alguien que nació enfermo, pero que entre muchos estaba muy sano.
Y fue que así invente un mundo creado gracias al submundo humano, a mi mundo, al mundo de siete plagas que contaminaron mi ser desde que termino el ultimo aplauso y que perdurará hasta la caída de un cajón.
CMCh.
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